Juan corrió hacia el cuarto de
armas y activo el traje mecánico. Este dispositivo era algo muy particular, era
una especie de robot gigante con una vaga forma de terópodo, cabeza y mandíbula
grande, unos brazos para agarrar pequeñas cosas y una poderosa cola para
golpear. Funcionaba de una forma
sencilla, quien se introducía en el mismo se movía de forma natural y el traje
amplificaba sus movimientos y accionaba todo el cuerpo robótico. Sin estas
herramientas tecnológicas, los humanos no tenían chance de sobrevivir aislados
en la jungla, y Juan y su padre eran granjeros del interior, no vivían en un
pueblo o ciudad. De todas maneras no es que hubieran muchos habitantes en estos
planetas, eran mundos gobernados por criaturas prehistóricas, los hombres solo
eran una frágil curiosidad del paisaje.
Carlos, le papa
de Juan, se vistió rápidamente con el traje mecánico. Una vez puesto y activado
tenía una altura de unos 4 metros y se veía imponente. De la parte superior de
la cabeza salía un tenue brillo verde donde estarían los ojos, era la visión
nocturna. Todos los sentidos del traje robótico se conectaban directamente al
cerebro de Carlos, por lo cual era como una extensión de su cuerpo. Estos
trajes habían sido desarrollados usando como base las redes neuronales de los
cerebros de los terópodos, por lo cual usarlos no era sin un costo. Ver y
sentir como un dinosaurio durante mucho tiempo hacía que el cerebro del
ocupante fuera cambiando, que se fuera adaptando a la conexión simbiótica con
el traje y que fuera adquiriendo características del dinosaurio. Se dice que
varios de los exploradores de avanzada que usaban estos trajes muy a menudo,
terminaban convirtiéndose en bestias salvajes y se escapaban a la jungla para
ser un dinosaurio más, aunque mecánico. Más aún se sospecha que cuando el
ocupante de uno de estos trajes que se vuelve loco muere, el cerebro residual
es absorbido por la memoria del traje y pasa a ser una bestia mecánica que no
es controlada por nadie. Sin embargo,
había un carnotauro en el jardín, no se iba a ir si se lo pedían nada más,
había que luchar y el traje era la mejor arma.
Se
abrieron las puertas del hangar y Carlos salió cuidadosamente. No había nada a
la vista.
“Juan, activa los sensores de
movimiento extra. Este animalito quiere jugar a las escondidas.” Dijo Carlos.
Es
difícil saber como se habrían comportado
los carnotauros en la prehistoria original, pero acá se habían convertido en hábiles
cazadores de presas pequeñas. No atacaban a los grandes saurópodos, habían
desarrollado una predilección por el ganado y sobre todo, por los humanos.
Cazaban más bien de noche cuando podían valerse de la oscuridad y el sueño de
los humanos para atacar por sorpresa.
Carlos
avanzo con cautela, no quería ser sorprendido. Pero no había nada. No se veía ningún
movimiento, nii con la visión nocturna, ni con los radares, ni con los
detectores de calor o movimiento. Era raro, pero los carnotauros no eran
ningunos zonzos, sabían lo que hacían, no había que confiarse. Carlos llego
hasta el borde del perímetro y se detuvo, no encontró nada.
“ Se debe haber ido Juan, no veo
nada. ¿Vos ves algo?”
“No papa, nada. No hay ninguna
alerta”
Carlos comenzó a girar para
regresar y justo cuando expuso su flanco al borde del perímetro, un gigantesco
carnotauro salió de la nada y lo envistió con una fuerza descomunal en el
costado del traje. La bestia mecánica
salio volando varios metro y cayó al suelo, Carlos estaba aturdido. Cada vez
que recibía un golpe el traje, el sentía dolor ya que estaba conectado al
mismo. El carnotauro no se detuvo, corrió
hacia donde estaba Carlos y comenzó a morder con su poderosa mandibula la panza
del carnotauro robótico. Podía oler donde estaba alojado Carlos, podía oler la
sangre humana aún dentro del traje.
“Papa!!!” grito Juan. Y activo los
drones de ataque. De los laterales del hangar salieron disparados dos drones
con forma de pájaro que comenzaron a disparar al Carnotauro, no le hacían mucho
daño, pero evitaron que siguiera destruyendo el traje.
Carlos se reincorporo y se alejo un
poco. EL carnotauro estaba ocupado masticando el último de los drones que había
conseguido derribar. Se dio cuenta que su presa había escapado pero no estaba
dispuesto a renunciar. Miro fijo al terópodo de acero y alineo su cráneo para
embestir. Carlos hizo lo mismo. Ambas bestias corrieron a toda velocidad una
hacia la otra, el ruido de los mecanismos robóticos y el metal chocando junto a
los rugidos del carnotauro era algo que daba miedo escuchar. Juan estaba
aterrado. Ambos carnotauros impactaron con fuerza y rebotaron hacia atrás. Del
traje salían chispas y humo, había luces rojas en todos lados. Carlos no podía
combatir más. Si el carnotauro se levantaba era su perdición.
EL carnotauro, medio aturdido se
levanto, miro fijamente a su oponente metálico, se detuvo unos instantes, pero salió
corriendo hacia la jungla, ya había tenido suficiente. Para la buena fortuna de
Carlos y su hijo, no se dio cuenta de que el combate lo había ganado el.
Juan
activo las gruas automáticas y trajeron el traje terópodo semi destruido junto
a su papa. Cuando finalmente pudo salir del traje dijo:
“Juancito, seguimos con la historia
mañana. Me duele la cabeza después de semejante cabezazo, tráeme una aspirina y
vamos a dormir”
“Si papa! Menos mal que el
carnotauro era medio tonto y se fue!”
“No se hijo, no se si son tontos.
Mira como dejo el traje, si decide volver no vamos a tener defensas. A veces
pienso que nos están estudiando para ver nuestras debilidades.”
Es aterrador!! Pobres Juan y su papa viviendo en un mundo tan salvaje y peligroso!!! Quiero saber como sigue la historia!!!! Melina
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